martes, marzo 10, 2009

una carta........


CARTA ABIERTA a la SRA. SUSANA GIMÉNEZ
Estimada Sra.,

mi nombre es Pablo Osow y soy sacerdote. No tengo la certeza de que llegue Ud. a leer estas líneas alguna vez. Pero me ha sorprendido escucharla en declaraciones mediáticas expresando su dolor por el brutal asesinato de su colaborador Gustavo. Se nota que Ud. lo quería mucho, y le expreso mi cercanía en este momento tan difícil.
En medio de la indignación, todos podemos equivocarnos. Ha pegado duro su frase: “El que mata, tiene que morir”, pero Ud. ha aclarado que no está a favor de la pena de muerte, argumentando que es católica. Le aclaro que el catolicismo no excluye, “en casos de extrema gravedad, el recurso a la pena de muerte” (Catecismo de la Iglesia Católica, N° 2266). De todas maneras, le confieso que yo también me hubiera rectificado, aunque no por razones religiosas: si se trata de matar a alguien, las razones para no hacerlo van más allá de cualquier credo o bandería política. Pensémoslo fríamente. Matar a alguien. ¿Quién lo permite? ¿Quién lo decide? ¿Quién lo ejecuta? Todos seríamos asesinos, aunque fuera por matar a otro asesino … Digámoslo brutalmente, nos sacaríamos varios problemas de encima. Pero nos quedaríamos con un problema más grave: hemos matado. ¿Cómo podríamos vivir en una sociedad “ensangrentada”, que legitime el asesinato? Los discursos de la “mano dura”, tan de moda en estos días, son un arma de doble filo. Nos seducen, pero terminan deshumanizándonos. Instalan en nuestro corazón sentimientos terribles: miedo, castigo, venganza (disfrazada de justicia), egoísmo, odio, rencor, muerte.
Pero volvamos al tema que nos preocupa a todos: los episodios de inseguridad. Hay que hacer cumplir las leyes; de otra manera, dejamos vía libre para el delito. Pero me llama la atención que Ud. identifique inmediatamente minoridad y delincuencia. Es una concepción estadísticamente errónea, pero cada vez más extendida.
También me sorprende que no haga ninguna referencia a la corrupción estatal como forma fundamental de la delincuencia, sólo que vestida de saco y corbata.
Y por último, también están ausentes de su discurso los millones que se quedan en posición de espectadores, los que se quejan pero no mueven un dedo para construir una sociedad más justa. Los que no participan en nada solidario. Los que silenciosamente votan con el bolsillo, sin pensar en el bien común. Los que han promovido políticos electoralistas, demagogos y asistencialistas, que sólo piensan en el corto plazo para perpetuarse en el poder. Los millones que sólo cuidan su “quintita”. Los “Poncio Pilatos” de hoy, que se lavan las manos frente a los condenados a la exclusión. Los que -atrincherados en bunkers a prueba de balas- miran por TV “Policías en acción” y “Cárceles”, ¡escandalizados! Sra. Susana, finalmente la marginalidad se ha convertido para muchos en algo exótico, raro, como un zoológico. Un documental sobre las villas los hace sentir confortablemente seguros, lejos de los tiros y de la droga y de la pobreza. Y esa lejanía tiene algo de asesinato, de “lesa humanidad”, creo yo. Porque a pocos les interesa la vida, la historia, el origen, el itinerario de un marginal. Esa indiferencia es la primera de tantas violencias que la sociedad ejerce contra él. Y esa violencia se vuelve en contra, tarde o temprano, de la misma sociedad que la generó. ¿Ha hablado Ud. alguna vez con algún marginal? No hace falta que el diálogo sea largo para descubrir que somos iguales en naturaleza, pero desiguales en oportunidades. Estimada Susana, a veces nos sentimos “gente honesta” víctima de delincuentes, pero ¿no será que nos ha tocado nacer, inmerecidamente, en un buen lugar?
Estoy de acuerdo con Ud. en que, si el gobierno no hace nada, nosotros tenemos que hacer algo. En nuestra parroquia funciona un Hogar de Día, para chicos que están solos. Así intentamos evitar que se conviertan en chicos de la calle. Los ayudamos a hacer los deberes, les damos la merienda, les organizamos juegos y salidas… Profesionales y voluntarios crean para ellos un clima de hogar, el hogar que a muchos de ellos les falta por diversos motivos. Nos parece que la violencia social se soluciona desde abajo, desde lo pequeño, desde la prevención, y sobre todo desde el amor; nunca desde la violencia.
Ud. menciona el factor “droga”. También funciona en la parroquia un tratamiento ambulatorio gratuito para adictos en recuperación. Y los salimos a buscar por la calle, algunos viernes por la noche, por lo cual me han amenazado de muerte. De todas maneras seguiremos haciéndolo.
Le cuento todo esto porque me parece que si nos quedamos en un análisis de síntomas, perdemos de vista las causas y por ende las posibles soluciones prácticas a nuestro alcance. Nadie se hace cargo de los “vectores sociales” que confluyen en alguien que decide drogarse y/o delinquir: la falta de horizontes, un sistema educativo que no enseña a pensar, la pérdida de la cultura del trabajo, el vacío existencial, la carencia de hogar, etc. Y esto no es una justificación, sino un intento de comprensión y un llamado a la compasión y a la acción. ¡Hay que hacer algo! Cada uno desde nuestro lugar, venciendo nuestros egoísmos y achicando nuestras distancias, superando las protestas con propuestas. Pero siempre eligiendo la VIDA. Todos tenemos el mismo derecho a vivir, aunque a veces nos equivoquemos.
Como verá, no todo el país piensa en todo como Ud.; apelo a su responsabilidad como comunicadora, a su sensibilidad social y a su buena voluntad. Ojalá -si le llegan- le hagan bien estas líneas. Le mando un abrazo, y que Dios la bendiga.

P.Pablo Osow
Parroquia San Pedro Armengol
Av. H. Yrigoyen 2448 – Gerli (Lanús O.) - 1824
011 4241 6774 – www.psanpedroarmengol.com.ar
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