viernes, agosto 15, 2008

Cuenta regresiva en "la máquina de Dios"


Para cuando ciudadana ilustre…


Nuevamente los medios nacionales se han hecho eco del importante evento científico que sucede en estos días en Suiza, de trayectoria absolutamente mundial y considerado el mayor experimento científico de la historia….. y sobre todo destacan la participación de una científica argentina de la Universidad de La Plata.
Lo cierto es que se trata de Teresa Dova, una de las hijas de Calola y Miriam, quien de tiempo en tiempo es noticia por sus logros académicos y que está hoy trabajando en en este experimento que intenta desentrañar lo más intimo de la materia, las partículas fundamentales y también que sucedió en el preciso momento en que nació el Universo tal como lo conocemos.
Hoy, nota de tapa del diario La Nación, y de medios radiales y t.v., nos hace sentir en alguna manera orgullosos como albertinos y si bien es probable que no le interesen mucho este tipo de homenaje a los científicos, convendría hacer algo así como una declaración de ciudadana ilustre de Alberti a efectos de que sirva como ejemplo de las posibilidades que da el esfuerzo y el estudio en pos de desarrollar una vocación.


 De la Redacción de LA NACION

Aunque la mayoría de los europeos está de vacaciones, algunos miles de científicos congregados en las afueras de Ginebra trabajan febrilmente, día y noche, los siete días de la semana.

Son los físicos, ingenieros, matemáticos y especialistas en ciencias de la computación que están poniendo en marcha el experimento más grande de la historia: el Large Hadron Collider ( LHC ) , el acelerador de partículas más poderoso que se haya construido y con el que esperan poder recrear los primeros instantes del universo, atisbar la más recóndita intimidad de la materia, contestar las respuestas que los atormentan y... reescribir los libros de ciencia.

"Esto mueve la frontera del conocimiento. Y no es una forma de decir. Es así, literalmente. Entramos en una región de energía nunca antes estudiada del modo en que vamos a hacerlo", dice desde Suiza María Teresa Dova, investigadora de la Universidad de La Plata (UNLP) y responsable de la participación argentina en el proyecto del Centro Europeo de Investigación Nuclear (CERN, según sus siglas en inglés).



Dova y su grupo tienen asegurado un lugar en "el centro de la acción" del mundo científico del momento, donde la adrenalina fluye a mares mientras ponen a punto los instrumentos científicos que ayudarán a interpretar la maraña de datos que recolectará el colisionador cuando esté funcionando a pleno.

Las dimensiones de esta operación hacen que este experimento sea "lo increíble en busca de lo inimaginable". Para estudiar los más diminutos fragmentos del cosmos, el instrumento más grande del mundo ya se convirtió en el lugar más frío del universo conocido: "Se inyectaron 10.000 toneladas de helio líquido para llevar 1600 imanes superconductores a unos grados por encima del cero absoluto, es decir a -270°C" -explica Dova-. Y eso, a lo largo de 27 km. La tecnología es tan impresionante que hubo que calcular que con el frío el material se iba a contraer hasta nueve metros. No es apretar un botón y listo."

Y enseguida agrega: "Estamos preparando lo que llamamos «el camino del descubrimiento», porque los hallazgos van a llevar muchos meses y años de trabajo".

El LHC está diseñado para hacer chocar (colisionar) dos haces de protones (partículas que integran el núcleo atómico) que rotan en sentido contrario a velocidades cercanas a la de la luz. Los haces se mueven en el vacío dentro de un gigantesco anillo enterrado a cien metros de profundidad, en promedio, guiados por imanes superconductores, es decir, que no ofrecen resistencia al paso de la corriente eléctrica. Las colisiones se producen dentro de los cuatro principales experimentos del LHC.

Los científicos ya comenzaron a hacer circular haces de protones de prueba y, si todo sigue como está previsto, el 10 de septiembre será la inauguración oficial de las operaciones.

"Los haces de protones son como ramilletes del tamaño de un lápiz -explica Dova-. Tendrán alrededor de 1011 protones (un 1 seguido de 11 ceros). Las colisiones ocurrirán cada 25 nanosegundos (la mil millonésima parte de un segundo). Pero aunque esperamos millones de colisiones por segundo, las que nos sirven para contestar las preguntas que nos hacemos a lo mejor son muy poquitas. Entonces, hay que reducir esa cantidad a sólo 200 por segundo, asegurándose al mismo tiempo de no descartar las que son importantes."

Dova, al frente de un grupo que no sólo incluye a doctorandos de la UNLP y a jóvenes investigadores de la UBA, sino también a científicos del Argonne National Laboratory, de los Estados Unidos, y de la Universidad de Birmingham, entre otros, están desarrollando los algoritmos para seleccionar de entre toda esa maraña los datos significativos.

"La primera parte del detector es una cámara de «trazas»: son las señales que dejan a su paso y a partir de las cuales tenemos que deducir de qué tipo de partícula se trata. Hay que estudiar mucho y saber mucha física. Estamos preparando todo el análisis para cuando empiecen a acumularse los datos y lo hacemos principalmente con simulaciones. La preparación -tanto para lo que esperamos ver, como para lo inesperado- es brutal, vivimos en un grado de estrés inimaginable porque tiene que estar todo listo y no nos podemos equivocar. Uno de mis estudiantes me contaba que la noche anterior a cada reunión de coordinación no duerme", comenta la investigadora, que por estos días va del hotel a la oficina y de la oficina al hotel... que están ubicados exactamente enfrente uno de la otra.

Dova, madre de dos jóvenes de 20 y 23 años, se graduó en La Plata e hizo su tesis en materia condensada.

"Después de doctorarme, me ofrecieron venir a hacer física experimental de punta al CERN -recuerda la científica-. Lo pensé mucho. «¿Cambiar de tema ahora, pensé, es muy complicado». Pero tomé la decisión y no me arrepiento. Adoro lo que hago, si estuviera en la misma situación volvería a elegir la física de altas energías. Es fascinante. La excitación, el ambiente... Es el lugar donde se juntan las mentes más brillantes para discutir: no hay físico que no haya pasado por el CERN, aunque no sea su tema específico. Me gusta la adrenalina, la competencia, el llegar a un resultado antes que los demás, la presión de tener que cumplir con plazos estrictos... Esto es un paraíso." 

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